Pues en cualquier momento los jóvenes cristianos podrían tener que afrontar el pecado de uno de sus padres.
Y como suele ocurrir, podrían encontrarse sin el conocimiento de la forma de actuar ante esta situación.
Razón por la cual escribo estas 4 cosas que debe hacer un hijo cuando sus padres pecan.
Pero el pecado al que me refiero son aquellos que causan escándalo.
Por ejemplo adulterio, adicciones, homosexualismo, brujería, violaciones, asesinato, etc.
Así que lee este artículo hasta el final.
Dios podría hablar a tu corazón hoy.
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1). No condenarlos
Vivir la experiencia de tener a un padre o madre que cae en pecado es muy doloroso.
Tu corazón se quiebra en mil pedazos y deseas hacer de todo para desaparecer ese dolor.
Lloras sin consuelo, e imaginas que no existe dolor más grande en el mundo que el que tienes ahora.
Y olvidas que Dios sería capaz de ayudarte en medio de todo este sufrimiento.
Sin embargo, en momentos como este podríamos decir que todo es válido.
Puedes reclamar a Dios, pero no caer en herejía. Puedes buscar estar solo, pero no dejar que la depresión te lleve a hacerte daño.
Pero hay algo que jamás debes hacer: Nunca debes condenar a tu padre o a tu madre.
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A veces, llenos de dolor y amargura, nos dejamos cegar por la ira y terminamos mandando al infierno a todo el mundo.
Y aunque sea válido tu enojo y frustración, no puedes creer que tienes la autoridad para condenar a tus padres.
El único que puede condenarlos eternamente se llama Jesucristo.
Y es el único también que puede darles perdón por este pecado que ahora afrontan.
Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (Ro. 9:15-16)
Así que detente un momento y ora para que el inmenso dolor que sientes no se transforme en ira y condenación.
Sino que Dios pueda conducirte a paz, misericordia y perdón.
2). No deshonrarlos
Cuando uno de tus padres comete pecado, no solo podrías actuar como juez y condenarlos, sino que olvidarías la honra que ellos merecen.
Podrías, en el momento de ira, ofender con palabras o golpes a tu padre o a tu madre.
Y creer que lo que haces es porque ellos no merecen honra de ninguna manera.
Sin embargo, honrar a tu padre y a tu madre no tiene ningún condicionante.
Ellos merecen honra de tu parte aunque delante de Dios no estén bien.
Porque este mandato tiene promesa (Ef. 6:2) de largura de vida sobre cada hijo.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. (Ex. 20:12)
Así que no vayas a excederte en un arranque de ira y condenes tu futuro.
El que tu madre o tu padre haya pecado no es motivo para tratarlos con desprecio.
Y menos para creer que nunca tendrán perdón de parte de Dios.
Porque el mismo que perdonó tus pecados, es capaz de perdonar el pecado de tus padres.
Y el mismo que es capaz de condenar a tus padres, es capaz de condenar tu vida por no honrarlos.
3). Tener compasión por ellos
Ahora, no solo evita deshonrar y condenar a tus padres.
Sino también imagínate que podrías llegar a estar en el lugar de ellos.
¿Cómo te sentirías si tus padres te trataran con desprecio después de haber pecado?
¿Crees que sería bonito escuchar que tus padres digan que no tienes perdón?
Además, tú no eres inmune al pecado.
En cualquier momento podrías caer en adulterio, fornicación, adicciones, etc.
Pues si no tienes tu carne sometida al Señor, en cualquier momento podrías estar en el lugar de tu padre o tu madre.
Acaso ya olvidaste lo que el gran Apóstol Pablo dice que sí mismo:
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Ro. 7:22-24)
Y también lo que se dice del gran profeta Elías:
Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. (Stg. 5:17)
Entonces, ¿qué te hace pensar que estás libre de un pecado semejante?
Por lo tanto, debes actuar con misericordia y compasión para tu madre o tu padre.
En vez de verlos con desprecio, míralos con dolor sabiendo que su pecado ofende a Cristo.
Siente la preocupación de que si mueren en ese pecado, vivirán una eternidad lejos del Padre.
Y piensa en todo el dolor que este pecado provoca en tu vida y en tu familia.
No permitas que el orgullo te lleve a renegar y alejarte de Dios. Él no tiene la culpa.
Es el pecado de tu padre o de tu madre el que ha causado todo esto. No que Dios se haya olvidado de ti.
4). Orar por misericordia y perdón
Este último acto de un hijo por un padre pecador, es señal tangible de que se tiene a Dios en el corazón.
Porque no existe mayor muestra de amor que el orar por una persona.
Y orar por una persona pidiendo misericordia y perdón, es muestra de compasión. (Stg. 5:16)
Pues hemos sido llamados a tener compasión por los demás (1 Pedro 3:8).
Así que, no solo no deshonres ni condenes a tu padre o a tu madre por causa de su pecado.
Sino también ora pidiendo misericordia y perdón por ella o por él.
Porque ahora (tu padre o tu madre) necesitan tu ayuda para salir del fango en el que se encuentran.
Y quizá sea un proceso largo y doloroso. Pero en todo tiempo debes orar sin cesar.
Además, no olvides que tus pensamientos no son como los pensamientos de Dios (Is. 55:8).
Y que tu madre o tu padre serán restaurados en el momento que Dios crea conveniente.
Recuerda, tu trabajo es reflejar a Cristo en el mundo.
Y ver a cada ser humano (incluso tus padres) como un alma que necesita desesperadamente al Señor.
Conclusiones
Debes entender también que tus pecados no son menos en comparación con el pecado de tus padres.
Y que eres la clave o el clavo para la restauración de la vida espiritual de tu madre o de tu padre.
Además, como lo he dicho a lo largo del tema, el juicio y la condenación solo le competen al juez que juzga con justicia.
A ti solo te toca hacer estas cuatro cosas que hemos aprendido hoy:
- No condenarlos
- No deshonrarlos
- Tener compasión por ellos
- Orar por misericordia y perdón
Gracias por acompañarme hasta el final de este tema. Espero que haya sido de gran ayuda para tu vida.
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Dios te guarde.
¡Vuelve pronto!